SANTO DOMINGO.- Una vez más los apagones amenazan con hacer desaparecer los pequeños y medianos comercios de la Capital al, punto de que varios negocios se han visto obligados a cerrar sus puertas debido al miserable y costoso servicio de la energía eléctrica.
A pesar de que los principales agentes responsables de mantener un servicio eléctrico estable y de calidad insisten en que la población dominicana recibe más del 85 por ciento de la energía requerida, propietarios de pequeñas negocios del centro de la ciudad se quejan de que reciben más de ocho horas de apagones por día.
Esta es la situación por la que atraviesa Juan Carlos de la Cruz, encargado de la ebanistería “Los Primos”, ubicada en la calle Respaldo Duarte, de Villa Consuelo, quién reveló a EL DÍA que ha dejado de producir más del 50 por ciento de sus ingresos debido a la falta de energía.
De la Cruz sostuvo que desde hace varios meses los apagones se han tornado insoportables y en consecuencia le ha quedado mal a la mayoría de sus clientes, a los que tiene que entregar la mercancía solicitada con tres y cuatro días de retraso.
“La falta de energía me atrasa todos los trabajos, un trabajo que yo hacía en una semana ahora me toma quince días, porque la luz se va a las 10:00 de la mañana y vuelve a las seis y siete de la noche y hay días que no puedo abrir porque la luz no viene”, manifestó.
Pero la falta de electricidad no sólo produce la pérdida de efectivo y quedar mal a los clientes, sino que además contribuye a deteriorar la calidad de vida de la familia, ya que para poder subsistir muchos de los pequeños empresarios aprovechan las noches (cuándo hay luz) para elaborar los pedidos.
No obstante, a parte de los ingresos que dejan de percibir, alrededor del 40 por ciento de lo que reciben tienen que gastarlo en combustible para mantener funcionando plantas eléctricas que cuestan más de RD$17,000, dependiendo de la capacidad de la misma.
Como es el caso de Joel Meléndez, propietario de la peluquería “Ricarena” ubicada en el mismo sector, y de Altagracia Lorenzo, dueña del salón de belleza “Chana”, ubicado en la calle Juan Alejandro Ibarra del ensanche La Fe.
‘A veces no vale la pena prender la planta para atender a un cliente, porque lo que deja es pérdida y muchas veces uno lo hace para mantener el cliente, pero no se le saca nada, la gasolina es muy cara” declaró Lorenzo.
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